Narración de llegada a casa

Después de un día lleno de ajetreos, bajo extensas horas de camino; entre empujones en el metro y dolor de pies en el peregrinar por Tlanepantla hasta encontrar al cliente. Esta por fin frente a la puerta blanca, busca con ansias sus llaves en el fondo de su bolsa, entre papeles y cosas que se acumularon en el camino. Por fin las tiene en la mano. Mete la llave en la cerradura, siente el crujir de la llave que está apunto de darle paso a la calma, la gira y le viene un aire de bienestar. Llego a casa, se abre la puerta y piensa: ¡a descansar de las incipientes recomendaciones de su cliente para cambiar el color de la carta!
Pero no escucha el silencio habitual, hay bullicio al fondo, en la cocina. Su mamá está en la puerta preguntando qué le falta a Oscar para terminar.
Escucha la voz de la esposa de Oscar, su primo y vecino recién llegado, tratando de tranquilizar a su hija, que llora y no sabe que es...si el pañal o que tiene hambre. Entonces Adriana piensa que hoy no es un día normal. Con una pusada en la cabeza, que avisa llegada del dolor, cierra la puerta.